domingo, 21 de octubre de 2007

POEMA

Los que no te conocen,
dicen que te racionalice.

Que las pruebas de la mente
aplacan las ganas del corazón.

Dicen,
a viva voz,
que te clave las agujas de la razón;
que ahugeree tu recuerdo con altos pensamientos;
que mienta sobre tu existencia.

A los bucaneros del porvenir,
esos galeones perdidos entre tinieblas de la historia,
que arriman el hombro a un faro alto y esbelto,
mi dolor,
tu ausencia,
les supone tema.

[Alegoria de cuatro a seis en mesa blanca de terraza.
Sombrilla veraniega y calzado deportivo]

A ellos,
a esos,
la razón les subsume la saliva.
Les empecina el aliento
y les alegra sus horas muertas.

Los que no te conocen,
huerfanos de revolución,
te suponen: algo así como estigma de sus recuerdos;
infancia maltratada en cuerpos de formol.

Ni te quieren,
ni te sienten.
Les eres ajena.
Ni te buscan como furtiva,
ni contemplan las truchas pacer.
Ni sienten reventar a la comadreja en el verano.

Su historia: la de la vida.
Sus pecados: confesiones al oido.

Si supieran de ti.
Si acaso rozaran tu vientre.
Descubrirían el palpitar de tus senos,
la humedad de tu boca,
el despilfarro de tu sonrisa.

Si supieran de ti,
ahora tan ajenos,
quizás girarían sobre sus panzas,
desempolvando su humanidad del oxido de sus venas.

Y quizas,
entonces,
sólo entonces,
sentirían celos de ver brillar mis ojos.

Les Roces (Asturias) 28 de julio de 1991